Inconsciente

miércoles, 29 de agosto de 2012

Nociones de Psicología política de Wilhelm Reich - Parte I


Para debate 




Nociones de psicología política de Wilhelm Reich. La imposibilidad del individuo

Resumen
Este artículo retoma una de las fases de la obra de Wilhelm Reich, la denominada Psicología política o Economía sexual. Con base en los enunciados reichianos, reflexionamos en torno a la posibilidad de la Individualidad, desde las condiciones coercitivas y cosificadoras que imponen los neocolonialistas en sus neocolonias.
Palabras clave: Wilhelm Reich, psicología política, irracionalidad, ideología, neocolonialismo.

Abstract
This Article takes one phase of the work of Wilhelm Reich, called Political Psychology or Sexual Economy. Based upon statements of Reich, we reflect on the possibility of individuality as from the coercive and reification conditions imposed by neo-colonialist in its neo-colonies.
Keywords: Wilhelm Reich, political psychology, irrationality, ideology, neocolonialism.

Introducción

Este documento parte de una interpretación filosófica que se muestra insuficiente explicativamente en cuanto al uso del concepto individuo. Debido a esa parcialidad explicativa, se pretende complementarla en su relación dialógica [1] —en un esfuerzo interdisciplinario—, con elementos del pensamiento de Wilhelm Reich, los cuales nos permitirán trascender la parcialidad teórica e insuficiencia explicativa de una sola postura interpretativa, de un solo paradigma explicativo. Nos referimos a “individuo” en el sentido que le concede el filósofo británico Stephen Priest, entendido como singularidad, genuinidad y unicidad: un humano con características que lo hacen totalmente distinto a los demás. Priest, en su texto Teorías y filosofías de la mente, explica que
El problema de la individualidad es el problema de la propia existencia. Nótese que no puede tener una explicación científica (por ejemplo, biológica). Del hecho de que ciertos padres tengan un hijo no se sigue que el niño sea o vaya a ser usted. Tampoco se trata de un trivial asunto del lenguaje modal. Es necesario que lo que es, sea idéntico a sí mismo. [2]
Según lo anterior, los individuos existen y es un enigma su existencia; el que de una persona, de dos personas, surja una diferente, totalmente distinta, un individuo.
Desde nuestra perspectiva, el concepto individuo en el sentido filosófico manejado por Priest es incorrecto e insuficiente.
Nos encontramos viviendo en una situación límite; México, como neocolonia, se encuentra infestado de luchas de poder, brutalidad, corrupción, utilitarismo, nepotismo, violencia e iniquidad. Esta situación social imperante tiene como consecuencia un angostamiento de la subjetividad, una restricción del sujeto, de la individualidad. La circunstancia, actual y problemática nos invita a realizar el siguiente cuestionamiento: ¿Es posible en las actuales circunstancias —y más allá de las reflexiones filosóficas y propuestas humanistas— concretar un proyecto existencial que posea un carácter de genuinidad, de unicidad, de individualidad?
El propósito de este artículo es reflexionar en torno al concepto individuo, en diálogo con las interpretaciones sociales y humanas que devienen del pensamiento de Wilhelm Reich.
Nuestra metodología de investigación es la documental; utilizamos el Método doxográfico basándonos primordialmente en los textos Análisis del carácterPsicología de masas del fascismo y La revolución sexual”, usando complementariamente otros documentos que se ubican dentro de la fase teórica de Reich denominada Psicología política. [3]
Esta reflexión reconstruye la noción de individualidad, sustentándonos para ello en el pensamiento de Reich. Para analizar la noción de estudio es necesario repasar la estructura teórica de la Psicología política con el propósito de acceder a sus explicaciones y análisis, los cuales nos proporcionan un particular significado del concepto individuo.
El esquema teórico que estructurará nuestra interpretación sobre la propuesta de Reich es el siguiente:
- El término y fenómeno de irracionalidad deviene del proceso ideológico; a su vez, la noción de racionalidad se concretiza en el proyecto denominado democracia laboral
– Valiéndonos de interpretaciones materialistas, exponemos al sector capitalista como conformador de las estructuras y características sociales.
– A continuación examinamos la conformación de la maquinaria ideológica, entendida como la herramienta y estrategia principal de los elementos corporativos para sostener y perpetuar su hegemonía, vía implantación de parámetros irracionales.

– La ideología contará con diversas expresiones o instrumentos condicionadores: las instituciones educativas, el aparato teológico, los medios de comunicación —que en realidad lo son de desinformación—, la estructura política, pero amén de lo anterior —y de manera primordial—: la familia y el matrimonio, todos ellos estructurados y orientados a disponer a la persona en el ámbito social y laboral esclavista, explotador e injusto.
– Por último se refiere el papel de la represión sexual en el proceso homogeneizador y de condicionamiento irracional del animal humano.
Este artículo se encuentra constituido por cinco apartados: Introducción, Desarrollo, Conclusiones, Referencias y Referencias bibliográficas.
Tras haber presentado nuestro esquema introductorio procedemos a desplegar la postura reichiana.
Desarrollo
A continuación presentamos las fases epistemológicas que desarrolló Reich a lo largo de su existencia.
Psicología política es la designación usada por Wilhelm Reich para una etapa o modalidad de su pensamiento. Bajo esta interpretación, la obra de Reich atraviesa siete momentos principales:
  • Formación médica.
  • Psicoanálisis.
  • Análisis del carácter o Caracterología.
  • Psicología política o Economía sexual.
  • Vegetoterapia.
  • Orgonoterapia u Orgónterapia.
  • Física Orgónica. [4]
La propuesta que más coincide con nuestros planteamientos, y que utilizaremos para referenciar nuestro argumento, es la Economía sexual o Psicología política [5], que nos servirá para reflexionar en torno a la verdad contenida en el concepto “individualidad”.
Los textos que abarcan esta fase de pensamiento reichiano son:
  • Materialismo dialéctico y psicoanálisis.
  • La irrupción de la moral sexual.
  • La lucha sexual de los jóvenes.
  • Análisis del carácter.
  • Psicología de masas del fascismo, y
  • La revolución sexual. [6]
Comenzamos con la revisión teórica de la postura reichiana.
Para Reich, toda entidad animada, todo mecanismo biológico fluctúa permanentemente en dos momentos que subyacen al proceso que denominaba “pulsión vital”:
  • Expansión, entendida como un movimiento desde el centro del organismo hacia el ambiente (centrífugo), al que el autor ser refería también mediante el vocablo “emoción”, en el cual generalmente se experimenta agrado o placer.
  • Contracción, observada en el desplazamiento centrípeto, en la cual existe un movimiento restrictivo y protector hacia el centro del organismo. Reich la denominaba también “remoción”, en la que predominaba un displacer causante de angustia.
Serán manifestaciones observables o pragmáticas de la pulsión aquellos impulsos y actos requeridos para mantener las constantes vitales: alimentación, defecación, respiración, reposo, hidratación, huida, genitalidad, etc.
Otra manera de referirse a la pulsión se explica en el siguiente esquema:
Tensión Carga > Descarga > Relajación
Bajo la anterior representación existe una secuencia que comienza en un estado de apacibilidad que da paso a una acumulación eléctrica y física dentro del organismo, consistente en materia sobrante o procesada que finaliza en una des-tensión —relajación— resultante de la eyección de la sustancia (semen, excremento, orina) que anteriormente se encontraba oprimiendo alguna de las paredes internas del cuerpo causando displacer, y que de este modo es sustituido por el placer de la liberación y la relajación. Se considera que la expansión abarca los momentos de tensión y carga. Por su parte, la contracción consiste en la descarga y relajación.
Cada fase (emoción-remoción) es importante y necesaria, y por ende no es correcto priorizar ninguna. Si se mantiene la cadencia y fluctuación natural, el organismo crecerá y se desarrollará adecuadamente: estará sano. Lo incorrecto, lo que causará un tipo o grado de distensión, la fuente de la neurosis —entendida como el estado resultante de la represión temprana y constante de un impulso, y también definida como “Éstasis de motilidad”—, será la interrupción de alguno de los momentos de la pulsión vital.
Si bien ésta interrupción la provocará de manera directa el propio organismo, en el caso del humano incidirán también los factores grupales. Este fenómeno de rigidez, de no-fluidez pulsional, fue designado por Reich con diferentes palabras, pero en el fondo mantenía la definición original. Fue denominado “Armadura muscular”, “Estructura caracterológica” [7] [8], “Éstasis de motilidad del Orgón corporal” o “Anorgonía” [9].
Los conceptos de “racionalidad” e “irracionalidad” están ligados al de pulsión. Una primera definición de ellos aparece en la nota a pie de página número 46 del texto Materialismo dialéctico y Psicoanálisis, en el cual Reich expresa que Racional” se usa aquí para referirse a lo que tiene sentido y es útil, e “irracional” para lo que no tiene sentido y es inútil. [10] Explica que bajo una secuencia temporal, lo racional antecede a lo irracional, en el sentido de que es una tendencia del organismo a ejecutar actos de los cuales obtendrá alguna gratificación; el mismo acto se convertirá en irracional cuando es objeto de supresión o de algo semejante. Lo racional es lo primero. [11] De acuerdo a éste primer acercamiento al término, lo racional serán aquellas acciones que satisfarán de manera directa y genuina una necesidad del ser. Por contra, lo irracional serán las manifestaciones conductuales determinadas por factores externos a la persona. Un siguiente acercamiento a los conceptos, donde se hace una explicación del origen de la irracionalidad, expresa que
Todas las discusiones acerca del tema de si el hombre es bueno o malo, si es un ser social o antisocial, son en realidad pasatiempos filosóficos. Que el hombre sea un ser social o una masa protoplasmática de reacciones irracionales, depende de si sus necesidades biológicas fundamentales están en armonía o en conflicto con las instituciones que el mismo ha creado.
Por ello es imposible relevar al hombre trabajador de su responsabilidad por el orden o el desorden, o sea, de la economía, individual y social, de la energía biológica. Delegar entusiastamente esa responsabilidad en algún Führer o político, se ha convertido en uno de sus rasgos esenciales, puesto que no puede ya entender ni a sí mismo ni a sus propias instituciones, de las cuales sólo tiene miedo. Fundamentalmente es un ser desvalido, incapaz de libertad, y que clama por autoridad, pues no puede reaccionar espontáneamente; está acorazado y espera órdenes, porque está lleno de contradicciones y no puede confiar en sí mismo.
La burguesía europea culta del siglo XIX y principios del XX, había adoptado las compulsivas formas de conducta moral del feudalismo, convirtiéndolas en el ideal de la conducta humana. Desde la era del racionalismo, los individuos comenzaron a buscar la verdad y clamar por la libertad. Mientras las instituciones morales compulsivas estuvieron en vigencia —fuera del individuo como leyes compulsivas y opinión pública, dentro del mismo como conciencia moral compulsiva— había algo así como una calma de superficie, con erupciones ocasionales desde el volcánico mundo subterráneo de las tendencias secundarias. Mientras eso se mantuviera así, las tendencias secundarias sólo eran curiosidades que únicamente interesaban al psiquiatra. Se manifestaban como neurosis sintomáticas, actos neuróticos criminales o perversiones. Pero cuando los cataclismos sociales comenzaron a despertar en los europeos ansias de libertad, independencia, igualdad y autodeterminación, ellos se encontraron naturalmente impelidos hacia la liberación de las fuerzas vitales dentro de sí mismos. La cultura y la legislación sociales, el trabajo de avanzada en las ciencias sociales, las organizaciones liberales, todos trataron de traer la “libertad” a este mundo. Después que la primera guerra mundial destruyó muchas de las instituciones autoritarias compulsivas, las democracias europeas trataron de “conducir a la humanidad hacia la libertad”. Pero ese mundo europeo, en su pugna por la libertad, cometió un gravísimo error de cálculo. No tomó en cuenta que la destrucción de la función viviente en el ser humano durante miles de años, había engendrado un monstruo; olvidó el profundamente arraigado defecto general de la neurosis del carácter. Y entonces, la gran catástrofe de la plaga psíquica, esto es, la catástrofe del carácter humano irracional, emergió en la forma de las dictaduras.
Las fuerzas que habían sido exitosamente contenidas por tanto tiempo bajo el barniz superficial de la buena educación y el autocontrol artificial, dentro de las mismas multitudes que estaban clamando por libertad, irrumpieron ahora en acción. En los campos de concentración, en la persecución a los judíos, en la destrucción de toda decencia humana, en la matanza de poblaciones civiles por monstruos sádicos para quienes era un deporte encantador ametrallar a los civiles y que sólo se sentían vivir cuando desfilaban al paso de ganso, en el gigantesco engaño de las masas allí donde el Estado pretende representar el interés del pueblo, en el aniquilamiento y sacrificio de cientos de miles de adolescentes que, lealmente, creían servir un ideal; en la destrucción de trabajo humano evaluado en billones, una fracción de los cuales hubiera sido suficiente para desterrar la pobreza de la faz de la tierra; brevemente, en una danza de San Vito que continuará mientras los poseedores del conocimiento y del trabajo no consigan desarraigar, tanto dentro como fuera de sí mismos, la neurosis de masas que se denomina “política” y que prospera a base de la invalidez caracterológica de los seres humanos.
Entre 1928 y 1930, en la época de las controversias con Freud que describí antes, yo no sabía más del fascismo que el término medio de los noruegos en 1939 ó de los norteamericanos en 1940. Sólo entre 1930 y 1933 fue cuando llegué a conocerlo en Alemania. Me encontré perplejo cuando me enfrenté con él y reconocí en cada uno de sus aspectos el tema de la controversia con Freud. Gradualmente comencé a comprender la lógica de todo eso. Esas controversias habían girado en torno a una estimación de la estructura humana, al papel desempeñado por el ansia humana de felicidad y al irracionalismo en la vida social. En el fascismo, la enfermedad psíquica de las masas se revelaba sin disfraces. Los enemigos del fascismo, demócratas liberales, socialistas, comunistas, economistas marxistas y no marxistas, etc., buscaban la solución del problema ya fuera en la personalidad de Hitler o en los errores políticos de los diversos partidos democráticos alemanes. Tanto lo uno como lo otro significaba reducir la plaga psíquica a la miopía del individuo humano o a la brutalidad de un solo hombre.
En realidad, Hitler no era más que la expresión de un conflicto trágico en las masas, el conflicto entre el anhelo de libertad y el miedo real a la libertad. El fascismo alemán decía de muchísimas maneras que estaba operando no con el pensamiento y el conocimiento del pueblo, sino con sus reacciones emocionales infantiles. Lo que lo llevó al poder y le aseguró luego la estabilidad no fueron ni el programa político ni ninguna de sus innumerables y confusas promesas económicas: fue, esencialmente, su llamado a oscuros sentimientos místicos, a un anhelo indefinido, nebuloso, pero sin embargo extremadamente potente. No comprender eso, significa no comprender el fascismo, que es un fenómeno internacional. [12]
De acuerdo a lo anterior, la irracionalidad —la insatisfacción individual deliberada, temprana y constante—, deviene en fascismo —esquemas conductuales masivos de irresponsabilidad y destructividad—, desde la instauración de cierto tipo de pautas sociales e intersubjetivas tradicionales e inalterables, que pueden y de hecho son utilizadas para movilizaciones utilitarias, mercantilistas y colonialistas. [13] Expresado en diferentes términos: el fascismo es un estado social irracional, enfermo, neurótico, y sobre todo utilitario que estructuran los capitalistas para mantener su predominio. Para ello produce personalidades enfermas, neurosis individuales que soportarán y perpetuarán la situación capitalista.
Otra explicación sobre la categoría irracionalidad, su origen, lo deliberado y utilitario de su conformación, desarrollo e implantación, se explica en los siguientes párrafos:
Las condiciones económicas de una ideología explican su base material, pero no nos enseñan nada sobre su núcleo irracional. Lo que constituye directamente este núcleo es la estructura caracterológica de los hombres sometidos a las condiciones económicas respectivas, y que reproducen de este modo el proceso histórico-económico de la ideología.
Al crear las ideologías, los hombres se transforman a sí mismos; es en el proceso de formación de la ideología donde encontramos su núcleo material. La ideología aparece, pues, con un doble fundamento material: uno indirecto en la estructura económica de la sociedad, y uno directo en la estructura típica de los hombres que la producen y que, a su vez, está determinada por la estructura económica de la sociedad. Es evidente, pues, que las formaciones ideológicas irracionales estructuran a los hombres de modo irracional.[14]
Según lo citado, el irracionalismo individual deviene del fascismo —del irracionalismo social, de un tipo de estructura antropológica configurada por los grupos dominantes en pos de mantener su hegemonía—; el irracionalismo en la persona y en la comunidad surge de la ideología, que será primordialmente separativa, excluyente, magnificadora, minimizadora y utilitaria, y que configurará personalidades irracionales.
Cuando analiza las estructuras capitalistas —imperialistas e irracionales— y su instrumento legitimador, el Estado —cómplice primordial del proceso ideologizador—, Reich comenta lo siguiente:
La diferencia fundamental entre el individuo políticamente reaccionario y el demócrata autentico es su actitud respecto del poder estatal. Sobre la base de esta actitud puede evaluarse de modo objetivo el carácter social de una persona, sea cual fuere el partido al que pertenece. De acuerdo con esta evaluación hay verdaderos demócratas entre los fascistas y auténticos fascistas entre los seguidores de partidos democráticos. Del mismo modo que la estructura de carácter, esta actitud respecto del poder estatal atraviesa todos los grupos políticos. También en esta cuestión el maniqueísmo, es decir, la atribución mecánica de determinada mentalidad a determinada pertenencia partidaria, es erróneo e inadmisible desde el punto de vista sociológico.
Es típico del reaccionario el postular que el poder estatal esté por encima de la sociedad; aboga por la “idea del Estado”, que lleva en línea recta al absolutismo dictatorial, cualquiera que sea la forma estatal que lo represente: un absolutismo monárquico, ministerial o abiertamente fascista.
El demócrata auténtico, que conoce y aboga por la democracia laboral natural como la base natural de la cooperación internacional y nacional, siempre está empeñado en convertir en superflua la dominación estatal-autoritaria de los problemas de la convivencia social, a través de la eliminación de las causas sociales de esos problemas. (Es este empeño el que le caracteriza como demócrata auténtico). Esto exige una fundamentación exhaustiva del desarrollo y de la función racional inherente al Estado autoritario.

Es estéril y no tiene sentido que combatamos una institución social irracional si no nos preguntamos por qué esta institución puede mantenerse e incluso parecer necesaria, pese a su irracionalidad.

El desarrollo estatal ruso nos ha enseñado que el aparato de Estado fue convirtiéndose en una necesidad. Y no era muy difícil reconocer que, pese a toda su irracionalidad, tenía también la función racional de mantener unida a la comunidad lingüística rusa y de dirigirla después de que las masas hubieron fracasado en el terreno social.
No vacilaríamos en condenar como irracional la conducta de una madre que tratara a su hijo neurótico con un rigor autoritario. Comprenderíamos que este rigor enferma al niño, pero no debemos dejar de ver que un niño que se ha vuelto neurótico en un contexto familiar neurótico no irá a la escuela, por ejemplo, si no se le obliga a ello por medios autoritarios. Este es el punto clave en el combate contra la educación autoritaria. Por lo tanto, el rigor autoritario de la madre presenta también un aspecto racional, aunque condicionado y limitado. No es racional por principio. Deberemos confesar esta función racional limitada si queremos abrigar la esperanza de que algún día podamos convencer al educador que utiliza por necesidad el principio autoritario, de que este principio puede ser eliminado previniendo las enfermedades neuróticas en los niños.
El carácter condicionada y limitadamente racional también se aplica al Estado autoritario, aunque no nos guste confesarlo y por peligrosa que esta afirmación pudiera ser en boca de un dictador místico. Podría decir: “¡Escuchad! Hasta los demócratas sociales libertarios confiesan la necesidad y racionalidad del liderazgo autoritario.” Ahora sabemos que la “legitimidad” de la dirección autoritaria de la vida está dada por la estructura caracterológica irracional de las masas.
No hay otra manera de poder comprender la dictadura, y esta comprensión es la única esperanza para erradicarla de la vida de las personas. Pues sólo al reconocer la irracionalidad en la estructura de las masas humanas obtenemos los fundamentos sociales necesarios para combatir la irracionalidad y, junto con ella, la dictadura… para combatirlas no con ilusiones, sino objetiva y certeramente.
Cuando se perturba la convivencia social, siempre se fortalece el poder del Estado. Esto se corresponde con el método moralista-autoritario de resolver las dificultades de modo superficial. Es obvio que este método no elimina el mal, sino que sólo lo coloca en un segundo plano, desde el cual más adelante prorrumpe con mejor violencia y extensión. Si no hay otros medios para acabar con los crímenes sádicos aparte de la ejecución de los criminales, se empleará precisamente este método. Es esta la naturaleza del orden estatal autoritario.
La cuestión básica de la democracia laboral es, en cambio, averiguar cómo puede impedirse el desarrollo de un sadismo criminal. Tan sólo cuando comprendemos el origen de la compulsión a los crímenes, a la par de condenarlos, obtenemos una perspectiva clara y nítida del problema.
Obviamente, la prevención de los males sociales es uno de los medios principales para lograr la extinción del Estado. Según todos los indicios, la dirección social moralista-autoritaria seguirá en funciones en tanto no pueda sustituirse por los métodos del autogobierno. Esto vale para el Estado en general, así como para todas las otras áreas de la vida social.
El Estado, si bien es esencialmente una maquinaria opresiva, posee también otros aspectos. Al mismo tiempo es una suma de relaciones sociales autónomas. Este había sido incluso su origen, en el que era idéntico a la sociedad; provino de ella y se enajenó cada vez más, convirtiéndose en un poder violento por encima y en contra de ella.
Mientras existía una organización social como la sociedad gentil, que no padecía graves contradicciones internas, no hacía falta tampoco un poder especial encargado de mantener unido el organismo de esta sociedad. La naturaleza de la sociedad es tal que necesita un poder que evite su disgregación, su hundimiento y su disolución cuando se ve hendida por las poderosas contradicciones y dificultades de la vida.[15]
Es decir que las estructuras gubernamentales-punitivas-moralistas sólo serán necesarias para mantener el “orden cívico”, desde el mismo esquema rígido que ellas mismas han implantado, pero no es natural ni necesario el aparato coercitivo en una comunidad de personas racionales; otras modalidades de convivencia fuera de lo neurótico harían superflua a la autoridad.
Desde la perspectiva de la Psicología política, la resolución de las problemáticas sociales hace inútil la presencia y papel de Estado punitivo; entonces, si cierto sector se beneficia con los privilegios que devienen del puesto y autoridad burocrática, se infiere que esos sectores no desean perder sus prerrogativas, y para ello mantienen a la comunidad hundida en problemáticas creadas, mantenidas, que en verdad no se desea resolver y que sirven como espléndida excusa para continuar con dinámicas autoritarias. Se mantiene la contradicción para no dar oportunidad a nuevos esquemas de convivencia que dejen obsoleto a las instituciones policiacas. [16]
Continúa Reich analizando las estructuras sociales y expresa que
Podemos ganar claridad en medio del caos de funciones estatales, si al evaluar cualquiera de ellas nos preguntamos qué es lo que corresponde a su función originaria de cumplir encargos sociales y qué a su función —adquirida a posteriori— de recortar la libertad de los integrantes de la sociedad. La policía de Nueva York o de Berlín había nacido con la tarea de proteger a la comunidad contra los asesinatos y los robos. A ese respecto siguen siendo funciones útiles y autónomas a la sociedad. Pero cuando la policía de seguridad se arroga la facultad de prohibir juegos inofensivos en casas particulares, dictaminar si una persona puede recibir sola en su casa a una persona del otro sexo, y determinar cuándo debe levantarse y cuando deben acostarse, tenemos ante nosotros el cuadro de un poder estatal tiránico y autoritario, un poder estatal que está por encima de la sociedad y contra la misma.
La eliminación de las funciones de la administración social que actúan sobre y contra la sociedad es una de las tendencias inherentes a la democracia laboral.
El proceso democrático-laboral natural no tolera otras funciones administrativas que las que sirven para mantener unida la sociedad y facilitar sus funciones vitales. De esto se infiere claramente que no podemos adoptar una actitud mecánica “a favor” o “contra” el “Estado”. Debemos trazar la distinción mencionada. Está claro, además, que el aparato de Estado de nuevo se convierte y tiene que convertirse en el órgano ejecutivo de la sociedad cuando actúa cumpliendo sus funciones laborales naturales en interés del conjunto de la sociedad. Con ello deja de ser “aparato de Estado” y pierde precisamente aquellas funciones que lo enajenan de la sociedad, lo colocan por encima y contra ella y lo convierten así en el germen de dictaduras autoritarias. Ésta es la genuina extinción del Estado. Se extinguen simplemente sus funciones irracionales. Las funciones racionales son vitalmente necesarias y, por ende, persisten. [17]
Según la anterior cita, los regímenes económicos, los esquemas sociales, las instituciones y las estructuras de convivencia aparecen como racionales cuando sirven a la comunidad, son parte de ella, una parte necesaria puesto que cumplen un papel vitalmente necesario para el desarrollo y crecimiento del grupo y de sus integrantes; en contraposición, se designarán como irracionales, cuando se erigen como tiranos que utilizan, perjudican y restringen a la comunidad.
Así, en Reich lo racional implica situaciones, acciones y ambientes que favorecen la pulsión vital; e irracional, designa aquellos actos, hábitos o procesos que restringen o impiden el desarrollo biológico. Dadoun coincide con nuestra interpretación sobre el concepto irracional, cuando dice que Reich
Considera que lo político es, muy específicamente, el ámbito en que, de diferentes maneras, se fabrica, se mantiene, se reproduce la irracionalidad social: las instituciones represivas atentan contra la integridad vitaldel individuo al prohibírsele una vida sexual auténtica, al someterle a un trabajo mortífero, al organizar y proteger los procesos de explotación económica y de alienación social que se presentan como los aspectos más evidentes, más deslumbrantes de lo irracional; diversos aparatos se dedican a la elaboración de ideologías, es decir, de las formaciones irracionales por excelencia, que sirven para desviar al hombre de sus intereses vitales, para justificar o para camuflar sus frustraciones, para canalizar sus aspiraciones hacia todo tipo de figuras o construcciones ilusorias y alucinantes, meros señuelos; y estructuras específicas como la familia, la escuela o la Iglesia se encargan de anclar esas múltiples cunas de irracionalidad modeladas por la sociedad, en la sustancia orgánico-psíquica del sujeto; sustancia que, en su forma vital original, es la razón de ser, el ser de razón del hombre.
La irracionalidad política irrealiza lo real, es decir las fuentes vitales, la estructura humana racional, sus prácticas espontáneas y sus antagonistas concretos y temibles, y esa irrealidad política se realiza en la estructura humana irracional que alimenta a su vez la irracionalidad política. Es un círculo, estima Reich, del cual estamos lejos de poder salir. [18]
Es decir, que las élites (las altas esferas corporativocráticas) se valen de sus instrumentos —ideológicos, gubernamentales, coercitivos [19]— para crear Estados sociales fascistas que engañan, pervierten y explotan a la persona. La persona es transformada en irracional, de tal manera que defiende, anhela y se gratifica en y por la institución irracional.
Continuando con nuestra revisión de la Psicología política y su interpretación sobre la noción de individuo, afirmamos que la categoría racional enlaza con el concepto “Democracia laboral” [20], que es entendido de la siguiente manera:
La democracia laboral no es un sistema ideológico. Tampoco es un sistema “político” que pueda ser impuesto a una sociedad mediante la propaganda de partidos, políticos individuales o grupos cualesquiera con una ideología común. No hay una sola medida política formal mediante la cual pueda “introducirse” la democracia laboral. No puede ser introducida del mismo modo que se instaura una república o una dictadura totalitaria, y esto por un simple motivo: La democracia laboral está siempre presente y funciona sin cesar, más allá de tal o cual partido político o grupo conozca o no, de su existencia. El proceso de la democracia laboral natural puede estar en total contradicción con las instituciones sociales o estar de acuerdo con ellas en mayor o menor grado. Pero en todas partes donde funciona este proceso de la democracia laboral, exige que las ideologías e instituciones sociales armonicen con las necesidades y relaciones interhumanas naturales, del modo en que se expresa claramente el amor natural, en el trabajo social vitalmente necesario y en la ciencia natural.
Estas funciones sociales vivas pueden ser refrenadas o fomentadas; los hombres trabajadores pueden tener, o no, conciencia de ellas. Pero jamás se las puede destruir. Por tanto, constituyen la base sólida de todo proceso social racional.
Los sistemas ideológicos políticos se basan sobre visiones del proceso natural de la vida. Pueden refrenar o fomentar el proceso vital natural. De todos modos, ellos mismos no funcionan en el fundamento de la sociedad humana. Pueden ser democráticos; en ese caso fomentan el proceso vital natural de los hombres. Y pueden ser dictatoriales y autoritarios; en ese caso se verán envueltos en un conflicto mortal con este proceso.
La democracia laboral no puede imponerse como sistema político. En todos los trabajos vitalmente necesarios, los que trabajan son conscientes de su responsabilidad por el acontecer social, o esta conciencia crece orgánicamente, como un árbol o el cuerpo de un animal.
Este crecimiento de la conciencia de la responsabilidad social es la condición más importante para que los sistemas políticos no proliferen como tumores en el organismo social; tales sistemas políticos tarde o temprano tienen que provocar el caos social. Por otra parte, esta conciencia de la responsabilidad es la condición más importante para que las instituciones de la sociedad humana vayan armonizando poco a poco con las funciones naturales de la democracia laboral. Los sistemas políticos nacen y mueren sin que cambien cosas esenciales en el fundamento de la vida social y sin que ésta deje de funcionar. Sin embargo, el pulso de la sociedad humana se detendría para siempre si las funciones vitales naturales del amor, el trabajo y el conocimiento se interrumpieran durante un solo día.
El amor natural, el trabajo necesario para la vida y la investigación de la naturaleza son funciones vitales racionales. Por esencia no pueden ser sino racionales. Por tanto, se oponen diametralmente a cualquier tipo de irracionalidad.
El irracionalismo político, que infesta, desfigura y destroza nuestra vida es, en el genuino sentido psiquiátrico, una perversión de la vida social, una perversión provocada por el no-reconocimiento y la exclusión de las funciones vitales naturales de la regulación y determinación de la vida social.
Todo tipo de dominación totalitario-autoritario se funda sobre el irracionalismo inculcado en las masas humanas. Toda concepción política dictatorial, sea quien fuere el que la represente, odia y tema a su enemigo mortal: odia y teme las funciones del amor, el trabajo y el conocimiento. No pueden coexistir. La dictadura sólo puede reprimir las funciones naturales de la vida, o explotarlas para sus propósitos de dominación; pero jamás las puede fomentar o proteger y, menos aún, ejercerlas ella misma, sin cavarse su propia fosa. [21]
Según lo enunciado, lo democrático es lo racional y la democracia laboral se explica como aquellos procesos que coadyuvan en el desarrollo vital humano, siendo su antinomia lo irracional, el esquema social de interacción dictatorial y autoritaria que desconoce, aplasta y excluye las funciones vitales en pos de intenciones económicas. Reich dice que si las masas manifiestan una falta de responsabilidad en la construcción de la libertad e instauración de lo racional, es debido a una milenaria opresión de la pulsión vital, del pensamiento racional, de las funciones naturales del amor y de la comprensión científica de lo vivo; el adoctrinamiento irracional ha hecho a las personas dependientes y coparticipes del fascismo, del fraude, de la mentira y del autoritarismo.
Desde nuestra perspectiva, las instituciones evitan el surgimiento y desarrollo de la democracia laboral —de la autogestión, del autocrecimiento y del autoaprendizaje—, debido a que al volverse autónoma la persona, se vuelve inútil el rol del “especialista”: no haría falta una dirección sino un colaborador; y puesto que ellos no quieren trabajar, resulta más cómodo e igualmente gratificante vivir del trabajo de los demás.
Bajo la Psicología política se explica el estado de irracionalidad, de neurosis colectiva —violencia, intransigencia, dogmatismo y desconsideración—, desde las siguientes premisas:
  1. La humanidad está biológicamente enferma.
  2. La política es la expresión social irracional de esta enfermedad.
  3. Todo lo que sucede en la vida social está determinado activa o pasivamente, voluntaria o involuntariamente, por la estructura de las masas.
  4. Esta estructura del carácter se ha formado a través de procesos socioeconómicos, que a su vez son cimentados, perpetuados por aquella. La estructura caracterológica biopática de los hombres no es más que la fosilización del proceso histórico autoritario, es la reproducción biofísica de la opresión de las masas.
  5. La estructura humana está animada por la contradicción entre el anhelo de libertad y el temor a la libertad.
  6. El miedo a la libertad de la masa humana se expresa en la rigidez biofísica del organismo y en la inflexibilidad del carácter.
  7. Toda forma de liderazgo social no es sino la expresión social de una u otra cara de esta estructura de las masas.
  8. Lo que ha arruinado el funcionamiento biológico de los hombres no es el tratado de paz de Versalles, o los pozos petrolíferos de Bakú, o doscientos o trescientos años de capitalismo, sino cuatro o seis milenios de civilización mecanicista y autoritaria.
  9. Las ambiciones de dinero y de poder son un sustituto de la felicidad de amor no satisfecha, sustentadas por la rigidez biológica de las masas. [22]
Según estos incisos, la historia, la sociedad y nuestra personalidad se encuentran deformadas entre el impulso y el miedo a la libertad, inhibición que es producto de condiciones directivas-utilitarias-irracionales, y de las cuales, no obstante, somos copartícipes, cómplices de nuestra propia tendencia a la obediencia, a la docilidad acrítica, a la sumisión irreflexiva, a la irracionalidad.
No somos víctimas, somos partícipes de nuestra homogenización, de nuestra falta de individualidad. Recordemos, es importante tener claridad en cuanto a los conceptos planteados, que pese a haber sido acuñados en la Alemania de 1933, poseen vigencia y verdad: un proceso, contexto o dinámica intersubjetiva es racional cuando promueve y atiende la pulsión, cuando permite y fomenta los procesos vitales. En contraposición, la irracionalidad serán aquellas circunstancias, acciones, ideas, tradiciones o decisiones que obstaculizan o impiden el desarrollo biológico. En este sentido, nuestro entorno, las actuales circunstancias de México en 2012 son fascistas, neuróticas e irracionales. [23]
Cerramos los párrafos dedicados a la racionalidad e irracionalidad, y procedemos a analizar el siguiente concepto que se enlaza con ellas: “la ideología”.
La irracionalidad introyectada y concretizada en los actos de la persona provoca que ella misma restrinja su proceso de Tensión-Carga-Descarga-Relajación, inhibición vital que provocará neurosis —una estructura caracterológica irracional— Sin embargo, el origen de esa irracionalidad no es personal ni azarosa, es contextual, generalizada y deliberada. Dicho en otras palabras, la neurosis individual es un producto, una implantación de la neurosis colectiva por medio de la “ideología” dominante. La neurosis será uno de los instrumentos ideológicos que utilizarán los grupos económicamente poderosos para estructurar una determinada modalidad cognitiva-conductual en la persona.
Respecto al propósito del condicionamiento esclavizante del imperialismo en los habitantes-trabajadores de sus feudos, Reich dice que
En relación con la función sociológica de la formación de carácter, debemos estudiar el hecho de que determinados órdenes sociales corresponden a ciertas estructuras humanas promedio, o bien —para decirlo de otra manera— que todo orden social crea aquellas formas caracterológicas que necesita para su preservación.
En la sociedad de clases, la clase gobernante asegura su posición con ayuda de la educación y las instituciones de la familia, haciendo de sus propias ideologías las ideologías rectoras de todos los miembros de la sociedad.
Pero no se trata meramente de imponer a los miembros de la sociedad ideologías, actitudes y conceptos. Más bien se trata de un proceso de profundos alcances en cada nueva generación, de la formación de una estructura psíquica que corresponda al orden social existente, en todos los estratos de la población. La psicología y caracterología científico-natural posee, pues, una tarea claramente definida: debe descubrir los medios y mecanismos con los cuales la existencia social se transforma en estructura psíquica y, con ella, en ideología.
Se debe distinguir entre la producción social de ideologías y su reproducción en los miembros de la sociedad.
Estudiar el primer proceso es tarea de la sociología y la economía; estudiar el segundo, de la caracterología psicoanalítica. La caracterología tiene que estudiar los efectos de la situación económica inmediata (alimentos, vivienda, vestido, proceso productivos), así como los efectos de la llamada superestructura social, esto es, de la moral, las leyes e instituciones, sobre el aparato de los instintos; debe definir, en forma tan completa como sea posible, los numerosos eslabones intermedios entre “base material” y “superestructura ideológica”. [24]
En el texto anterior se distingue entre el propósito cosificador de las ideologías y la manera como éstas serán implantadas en la persona, siendo ésta segunda tarea, la que encarará Reich. Propone también el esfuerzo complementario de su labor elucidativa, en pos de complejizar las explicaciones que sociología, economía y filosofía efectúan en torno al fenómeno estudiado; de esa manera, la de Reich aparece como una reflexión que busca ser interdisciplinaria.
Con relación al uso del término ideología —comprendido como aquel elemento que mueve a la persona a convergir hacia ciertos moldes y fines socioeconómicos—, detectamos que el vocablo y su definición básica devienen del pensamiento marxista. Sin embargo, Vargas (en un artículo de 1982) afirma al respecto que
La problemática de la ideología fue planteada por primera vez en su sentido moderno por Marx y Engels y en su obra encontramos las bases para una explicación teórica de este fenómeno. Pero a la vez deberíamos agregar que en las obras de Marx y de Engels no existe una teoría sistematizada de la ideología y sólo quedaron plasmados en ella una serie de problemas no resueltos pero que definen, en cierta medida, el campo semántico en el que se debate la concepción de la ideología en el marxismo contemporáneo. ¿Cómo podría resumirse la aportación de Marx a la teoría de las ideologías? A mi juicio, en la obra de Marx existe una evolución semántica del concepto de ideología. En su aparición explícita, este concepto puede ser localizado en:
a) La Ideología Alemana (1845-1846) en donde significa “conciencia invertida de la realidad”, alude al hegelianismo y define lo opuesto al materialismo histórico. En esta etapa se analizan las causas de la aparición de la ideología y se ubican en la contradicción entre trabajo manual e intelectual; la lucha de clases y la legitimación del poder del Estado.
b) En el prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política, de 1859, esboza la famosa imagen de la relación base-superestructura y se habla de la ideología como “formas de conciencia” que acompañan al todo social. El arte, la religión, la filosofía serían estas formas. Mientras en el primer momento se conserva el carácter negativo de la ideología, carácter que toma Marx de la célebre crítica de Napoleón a Destut de Tracy y su grupo; en el segundo se acentúa el carácter de reflejo de las contradicciones sociales.
El tercer momento (c), sería el formado por El capital y los Grundrisse, en que se habla de la función social que cumple la ideología, ya no en el sentido de reflejo sino en el de constituyente. Aparece el concepto de dominación junto al de determinación.
El problema es que en Marx el concepto de ideología no pierde sus características negativas, y en cambio, utiliza otros conceptos que hoy entendemos como referidos a la ideología pero que en su concepción no adquieren ese carácter. Este juego de conceptos son los de enajenación (Entfremdting), fetichismo (Fetichismus), cosificación (Versachlichimg) y reificación (Verdinglichung). Pero también los contraconceptos de crítica, conciencia de clase e interés.
Marx abrió una serie de problemas en torno a la cuestión de la ideología que podríamos enlistar así: el problema de la definición de la ideología; el tema de la forma en que se interrelacionan la base económica de la sociedad y las superestructuras política e ideológica; la forma en que se relacionan ideología, ciencia, filosofía y política en su propia obra; las características de la estructura ideológica de la sociedad capitalista; la relación entre ideología y filosofía; la relación entre ideología y enajenación; la relación entre la ideología y el arte, y la literatura y las demás creaciones de la cultura; el condicionamiento social de la ciencia y el carácter ideológico del conocimiento científico-social. [25]
Desde lo anterior se expresa que el término ideología fue esbozado por Marx y Engels pero no definido de manera apodíctica, no obstante, es posible identificarlo en la siguiente interpretación: un conglomerado humano capitalista y capitalizado se encuentra constituido por dos elementos primordiales:
  • Base o Infraestructura material o económica.
  • Superestructura inmaterial o ideológica.
La infraestructura estará conformada por las directivas de los dueños de los medios de producción que establecerán las medidas necesarias desde las cuales puedan mantener y aumentar sus recursos económicos. Un término contemporáneo utilizado por nosotros para referirnos a los propietarios de los medios de producción, es el de “corporaciones”, bajo el cual designamos al conjunto de grupos, de grandes capitales, que sin limitarse a un área geográfica específica, inciden con sus intereses en distintas latitudes.
La manera como inciden las corporaciones en una comunidad es mediante la superestructura, que consiste en las presiones desde las cuales las personas de las clases media y baja de ese entorno social van a verse involucrados y presionados para colaborar con una inversión de su tiempo y fuerza en el desarrollo de mercancía y bienes que van a aumentar el poderío monetario de los propietarios. Dentro de los componentes-manifestaciones básicos de la superestructura se encuentran el arte, la religión, la filosofía, la literatura y la ciencia. Con relación a la estructuración-división antropológica entre poseedores y desposeídos, Reich expresa que
Desde que la sociedad se escindió en los poseedores de los medios de producción y los poseedores de la mercancía poder de trabajo, todo orden social ha sido establecido por los primeros, pasando por alto o contra la voluntad de los segundos.
Puesto que este orden forma la estructura psíquica de todos los miembros de la sociedad, se reproduce en la gente. Dado que esto se hace utilizando y alterando el aparato instintivo, también llega a anclarse efectivamente en el pueblo. El primero y más importante lugar de reproducción del orden social es la familia patriarcal; ésta crea en los niños una estructura de carácter que les hace susceptibles a las influencias posteriores de un orden autoritario. El papel desempeñado por la educación sexual dentro de la totalidad del sistema educativo muestra que se trata principalmente de intereses y energías libidinales mediante los cuales tiene lugar el anclaje del orden social autoritario.
Las estructuras de carácter de las personas pertenecientes a una determinada época o determinado orden social no son, pues, sólo reflejos de este orden: mucho más importante aún, representan el anclaje de este orden. [26]
Es necesario aclarar que los términos “aparato instintivo” y “energía libidinal” posteriormente van a ser integrados al de pulsión y en último sentido al de Anorgonía, sin embargo también atañen a la enunciación sobre la restricción o impedimento de la satisfacción de los requerimientos vitales. Ya sean unos u otros términos, se enfocan en la explicación sobre el papel de las estructuras de convivencia humana como parte y sustento de la ideología explotadora. Es decir, la persona que se ubica dentro de la clase que únicamente posee su fuerza de trabajo para aportar en el proceso productivo y que es educada para producir y ser explotado, se encuentra ahí, debido al influjo de la superestructura; no es un proceso automático, más bien es consecuencia, es el resultado del candado psíquico, de la cárcel mental denominada ideología. Respecto a la función nulificadora y castrante de la ideología, Reich dice que
Según todas las reflexiones anteriores, la alternativa marxista de “naufragio en la barbarie” o “ascensión hacia el socialismo” dependía de si la estructura ideológica de las clases dominadas responde a su situación económica, o si diverge de ésta, ya sea porque la explotación se soporte pasivamente, como en las grandes sociedades de Asia, ya porque la ideología de la mayoría de los sojuzgados sea contraria a su situación económica, como hoy día en Alemania.
El problema fundamental estriba, pues, en qué es lo que condiciona la divergencia descrita o, dicho de otro modo, qué es lo que impide la consonancia de la situación económica con la estructura psíquica de las masas. Por consiguiente, todo depende de que se capte la naturaleza de la estructura psicológica de las masas y su relación con la base económica de la que surgió.
Para comprender esto, debemos liberarnos en primer lugar de las concepciones marxistas vulgares que obstruyeron el camino hacia la comprensión del fascismo. Son esencialmente las siguientes:
El marxismo vulgar separa esquemáticamente el ser económico del ser social en general, y afirma que el ser económico determina por sí solo y de modo inmediato la “ideología” y la “conciencia” de los hombres. Así llega a una contraposición mecanicista de economía e ideología, de “base” y “superestructura”; hace depender la ideología esquemática y unilateralmente de la economía e ignora que el desarrollo de la economía depende de la ideología. Se cierra ante el problema de la llamada “repercusión de la ideología”. Pese a que habla del “retraso del factor subjetivo” tal cual lo entendía Lenin, en la práctica no puede dominar este retraso porque antes lo hizo surgir unilateralmente de la situación económica, sin buscar en primer lugar las contradicciones de la economía en la ideología y en segundo lugar, sin considerar la ideología como una fuerza histórica.
De hecho, el marxismo vulgar se resiste a captar la estructura y la dinámica de la ideología, motejándolas de “psicología”, que sería “no-marxista”, y deja librada la manipulación del factor subjetivo, de lo que se llama “la vida del alma” en la historia, al idealismo metafísico de la reacción política, a los Gentile y a los Rosenberg, que ven en el “espíritu” y en el “alma” los únicos motores de la historia, con lo cual, por extraño que parezca, tienen un éxito descomunal. El descuido de esta parte de la sociología es un proceder que Marx ya le había criticado en su época al materialismo del siglo XVIII. Para los marxistas vulgares la psicología es a priori y en sí un sistema metafísico, y se niegan a separar el carácter metafísico de la psicología reaccionaria de los elementos fundamentales que esclarece la investigación psicológica revolucionaria y que debemos seguir desarrollando.
El marxismo vulgar simplemente niega, en vez de ejercer una crítica productiva, y se siente “materialista” cuando desecha por “idealista” hechos como “impulso”, “necesidad” o “proceso anímico”. Al hacerlo, chocan con innumerables dificultades y no cosechan más que fracasos, puesto que en la práctica política se ven obligados constantemente a hacer psicología práctica, hablando de las “necesidades de las masas”, de la “conciencia revolucionaria”, de la “voluntad huelguística”, etc. Cuanto más niegan la psicología, tanto más se hunde en el psicologismo metafísico o, lo que es peor, en un estéril couéismo, por ejemplo explicando una situación histórica a partir de la “psicosis hitleriana”, o consolando a las masas al decirles que confíen en ellos, que pese a todo se está avanzando, que la revolución no puede ser vencida, etc.
Finalmente se hunden inyectando ánimos quiméricos, sin decir en verdad algo objetivo respecto de la situación, sin comprender lo que realmente ha sucedido.
Nunca dejará de ser un misterio para ellos que jamás habrá una situación sin salida para la reacción política, y que una crisis económica aguda puede llevar tanto a la liberación social como a la barbarie”.
En vez de deducir su pensamiento y su acción de la realidad social, los marxistas vulgares transforman la realidad en una fantasía que se corresponda con sus deseos.
Nuestra psicología política no puede ser sino la búsqueda de este “factor subjetivo de la historia”, de la estructura caracterológica de los hombres de una época y de la estructura ideológica de la sociedad que ellos forman. [27]
De acuerdo a lo anterior, se hace necesario hacer distinciones entre las diversas disciplinas; así como se separa a la filosofía idealista de la materialista, hay que distinguir entre la psicología metafísica y la propuesta política que elabora Reich.
Un elemento que nos parece extremadamente importante de los párrafos anteriores, es la enunciación que hace Reich acerca de la no-inexorabilidad de la caída espontánea del régimen imperialista. Por sí, por ellos, los grandes capitales no se colocarán en una situación sin salida. Acentuarán alguno de los elementos restrictivos, aumentarán la plusvalía directa o indirecta, y si bien pueden aumentar el aparato policiaco, permitirán derrames o desarrollos en ciertos sectores poblacionales o áreas fácticas. No sólo con garrote o moral se mantendrán, también concederán algunas bondades o bienes a los asalariados, y así evitarán colocarse en una situación sin salida. No defendemos el régimen, pero nos parece necesario no minimizarlo ni subestimarlo, ya sea para elaboración de esfuerzos teóricos o la instrumentación de proyectos fácticos. En lo párrafos anteriores Reich denota un realismo que es necesario para cualquier disciplina o esfuerzo social.
Continuando con su labor analítica sobre la tendenciación y determinación del factor humano, Reich agrega:
Si una ideología “repercute sobre el proceso económico” es porque se ha convertido en una fuerza material.
Si una ideología se convierte en fuerza material cuando se apodera de las masas, debemos seguir preguntando: ¿de qué modo sucede eso? ¿De qué modo un estado de cosas ideológico, por ejemplo una teoría, puede producir un efecto material que conmocione la historia? La respuesta a esta cuestión debe ser a la vez la respuesta a la cuestión de la psicología de masas reaccionaria, es decir la eliminación de la “psicosis hitleriana”. [28]
La ideología de cada formación social no solo tiene la función de reflejar el proceso económico de la sociedad en cuestión, sino sobre todo la de enraizarlo en las estructuras psíquicas de los hombres de esa sociedad.
Los hombres están sometidos a sus condiciones existenciales por vía doble:
Directamente, por el influjo inmediato de su situación económica y social, e indirectamente por la estructura ideológica de la sociedad; por tanto, siempre tienen que desarrollar en su estructura psíquica, una contradicción que se corresponde con la existente contradicción entre el influjo de la situación material y el de la estructura ideológica de la sociedad. El obrero está expuesto tanto a su situación laboral como a la ideología general de la sociedad. Pero dado que los hombres de las diversas capas no son sólo objetos de estos influjos, sino que también los reproducen como hombres activos, su pensar y su actuar tiene que ser tan contradictorio como la sociedad de la que surgen. [29]
Ahora bien: una ideología social, al modificar la estructura psíquica de los hombres, no sólo se ha reproducido en el interior de estos hombres, sino que además —y esto es aún más importante—, en la forma del hombre así concretamente modificado y que por lo tanto actúa de modo distinto y contradictorio, esta ideología se ha convertido en fuerza activa, en poder material.
Así y solamente así se explica la repercusión de la ideología de una sociedad sobre la base económica de la que ha surgido. La “repercusión” pierde su carácter aparentemente metafísico o psicologista cuando se le puede captar en su forma funcional como la estructura caracterológica del hombre que actúa socialmente. Como tal se convierte entonces en objeto de la investigación caracterológica científica. Adquiere aquí determinada precisión la constatación de que la “ideología” se modifica más lentamente que la base económica. Las estructuras de carácter, que corresponden a determinada situación histórica, se forman en sus rasgos fundamentales en la primera infancia, y tienen un carácter muchos más conservador que las fuerzas productivas técnicas. De ello resulta que con el tiempo las estructuras psíquicas van retrasándose respecto del desarrollo de las condiciones sociales que les dieron origen y que evolucionan rápidamente, y entran en conflicto con las formas ulteriores de vida.
Éste es el rasgo fundamental de la llamada “tradición”, es decir de la contradicción entre la vieja y la nueva situación social. [30]
Según estos párrafos, la ideología conforma un tipo de subjetividad que difundido e impuesto a las mayorías económicamente no poderosas, los hará constituirse como operadores de los medios de producción, empleados de las corporaciones, y desde su desfase existencial-caracterológico-económico, permitirá la subsistencia del estado contextual contradictorio: la persona será imbuida de parámetros de normalidad, obviedad y necesariedad, apariencia de inexorabilidad de la estratificación económica, la cual le será implantada y evitará que sea consciente de sus circunstancias contemporáneas expoliadoras, al estar permanentemente evaluándolas con criterios pretéritos, “normales”, insustentados y ventajosos para los dueños; pero perjudiciales para él. La persona se guía con criterios pretéritos pero “verdaderos” o “valiosos” que son producto de “su educación”, que desde los tabúes o introyecciones evitan actitudes contestatarias y transgresoras ante la injusticia vivida.
Aunque la ubicación geográfica cambie, aunque las condiciones espaciotemporales sean aparentemente distintas, en cualquier sociedad de clases (sea occidental, oriental, presente, pasada, socialista o capitalista) la persona seguirá guiándose por las implantaciones conductuales pretéritas, que son irracionales: benéficas para las clases altas, perjudiciales para él. A esto es a lo que Reich se refiere como un desfase: avanza el tiempo y los contextos, pero el ser continuará guiándose por parámetros esclavizantes.
Ampliando los enunciados anteriores, interpretamos a un conjunto antropológico estructurado de la siguiente manera:
Corporaciones que usan tres dispositivos para mantener su hegemonía:
  • Instrumentos legalizadores-gubernamentales.
  • Aparato coercitivo.
  • Maquinaria ideológica.
De acuerdo a esta lógica, las corporaciones —con su poderío económico perpetuado y mantenido de manera generacional entre los integrantes de una élite que domina una comunidad o área geográfica—, configuran la estructura gubernamental, la política de la sociedad en la cual han invertido su capital.
Así, las leyes serán promulgadas o eliminadas según convenga a sus intereses sin importarles las consecuencias sobre los bienes o la vida de los integrantes o asalariados de la comunidad.
Los ministros, presidentes, secretarios, diputados, senadores, en suma todos los altos funcionarios estatales son en realidad empleados de los grandes intereses, forman parte del “aparato legalizador gubernamental”: teatro burocrático y administrativo que finge, simula obrar con propósitos racionales y nacionales, cuando en realidad sólo disfraza el acomodo, los proyectos y beneficios de las élites económicas a las que sirven, pese a que verbalicen lo contrario: lo importante para entender el sustrato burocrático es ir más allá del discurso y centrarse en los actos, la conducta por encima del eslogan o la etiqueta institucional.
Los “instrumentos coercitivos” son las diversas instituciones encargadas de mantener “la ley y el orden” (ejército, fuerza aérea, marinos, policías) y que nuevamente, más allá de sus roles y etiquetas oficiales, actúan a favor de los grandes capitales y nunca apoyando los bienes e intereses de los asalariados; esto es posible gracias al proceso formativo al que son expuestos, y gracias a las divisas extras que reciben. [31]
La “maquinaria ideológica” será efectivamente la religión, el arte, la literatura, la filosofía y la ciencia, y a ellos se agregarán los actos-productos de los propietarios de los medios de comunicación, que pueden ser las mismas corporaciones diversificadas o una herramienta de ellas.
Es necesario aclarar que bajo la perspectiva reichiana el gobierno se encuentra al mismo nivel que la religión o que la televisión, todos ellos sirviendo a la corporativocracia, al reino humano, al tipo de comunidad establecida desde las conveniencias e intereses de las corporaciones; por ende, un cambio de partido, gobernante o caudillo, no va a modificar las relaciones entre patrones y empleados, dado que en el fondo y en la altura, las decisiones las seguirán tomando los mismos grupos de poder económico que, pese al cambio de régimen, mantendrán una estructura social dicotómica y dependiente. [32]
A la facción enajenadora, Reich añade las estructuras, las modalidades de interacción social, los tipos de convivencia intersubjetiva. Para Reich, son parte de la maquinaria ideológica:
  • La escuela.
  • La religión.
  • El ámbito laboral.
  • Los medios de comunicación —que en realidad lo son de desinformación—.
  • La estructura política.
Pero amén de lo anterior —y de manera primordial—:
  • La familia.
  • El matrimonio.
  • Las pautas de genitalidad; la sexualidad de la persona.
En el “aparato educativo” encontramos como constante —sin importar el nivel en el cual nos enfoquemos: primaria, posgrado, o cualquier otro—, un esquema intersubjetivo en el que imperan relaciones asimétricas, verticales, autoritarismo disfrazado en conceptualismos que a la par de imbuir habilidades técnicas que la corporativocracia necesita para armar sus cuadros medios (jefes de línea, gerentes y semi-directivos; porque se entiende que los directivos de las transnacionales son extranjeros), inicia y mantiene los patrones conductuales de hábitos pasivos que las autoridades laborales necesitan para hacer uso de un buen obrero: acrítico, indiferente en cuanto al ámbito político y a las penurias de sus propios compañeros, y obediente. Es decir, el Aparato educativo en general, funciona como centros de adiestramiento laboral y social. Respecto del rol inculcador que juega la escuela, nuestro dialogante comenta lo siguiente:
Comparemos el pequeño número de jóvenes que llevan una vida sexual satisfactoria con los que no han podido liberarse de la influencia de la familia burguesa, de la escuela y de la iglesia, que viven de forma continente, se masturban o se enredan accidentalmente en el llamado amor platónico que los hunde en devaneos y quimeras. Observemos que los jóvenes que tienen ideas claras sobre los problemas sexuales, cuya mayoría procede del proletariado, se rebelan abiertamente contra el hogar, la escuela y la iglesia, mientras que los jóvenes sexualmente inhibidos, que proceden esencialmente de la pequeña burguesía, son generalmente “muy prudentes”, tanto muchachos como muchachas. Esto no ocurre por azar, tiene una verdadera significación.
En efecto, en nuestro tiempo la familia y la escuela, desde un punto de vista político, no son otra cosa que talleres del orden social burgués destinados a la fabricación de sujetos discretos y obedientes. [33]
Expresa Reich que la escuela cumple su rol restrictivo-condicionante al producir personas pasivas, resignadas y obedientes a la autoridad.
No obstante, al evolucionar su pensamiento [34], difiere de este esquema dicotómico elemental proletariado-burguesía; enunciará que podrán existir obreros reaccionarios y burgueses liberales. Así, el aspecto medular en la conformación de la personalidad deviene de la manera, intensidad y factores que convergieron en el desarrollo de la persona; en el modo como las estructuras antropológicas y su grado de ideologización particular influyeron y deformaron a lo humano.
Coincidiendo con la enunciación sobre el propósito esquematizador de las instituciones educativas, Goodman expresa que
La otra perspectiva —que para ser franco, me parece ser la finalidad que se propone la propia casta monacal educativa—, es una uniformización y lavado de cerebro progresivos, basados en principios científicos, conducentes directamente hacia un fascismo de centro en “1984”. [35] [36]
Siguiendo con el mismo razonamiento, señala que
En sus primeras fases, las escuelas no son más que un servicio de guardería infantil durante un periodo de colapso de la familia configurada al estilo de antaño y durante una época de extrema urbanización y movilidad urbana.
En sus grados medio y superior son un auxiliar de la policía al proporcionar agentes y campos de concentración subvencionados en el presupuesto bajo el epígrafe de “Departamento de Educación”.
La función educativa estriba en conjunto en suministrar con cargo al presupuesto público y familiar, formación profesional para las distintas empresas, para el gobierno, y para la misma profesión de enseñante, así como en disciplinar a los jóvenes —según palabras del propio Encargado del Departamento de Educación de Nueva York— “para solventar de forma constructiva sus problemas de sujeción a la autoridad”. [37]
Y concluye
Se ha dicho que nuestras escuelas funcionan de acuerdo con los “valores de la clase media”, pero éste es un uso terminológico falso y desorientador. Las escuelas representan cada vez menos cualquier tipo de valores humanos, y sí representan un simple acatamiento a un sistema mecánico. [38]
Según las citas anteriores, Goodman —literato, anarquista, crítico social, autor del Tomo I del texto fundacional de la Psicoterapia gestalt, y admirador y apologista de la obra de Reich—, considera al aparato educativo ordinario como uno de los instrumentos homogenizadores de las clases altas; la escuela como parte del aparato ideológico, que posee el propósito fundamental de mantener un estado de orden e inercia explotadora.
La siguiente manifestación del aparato condicionante, la “religión”, sigue emergiendo como una de las herramientas adoctrinadoras que si bien ha diversificado y flexibilizado sus técnicas, y pese a que aparentemente en los territorios urbanos su influjo es nulo o mínimo, en otros ámbitos sigue poseyendo poder, autoridad e influencia sobre las masas irreflexivas, a través de un proceso de chantaje emocional y alienación vital. Quizás en un primer momento la experiencia subjetiva teológica pudo haber poseído un sentido y significados vitales, pero al institucionalizarse y convertirse en instrumento de los poderosos, ese sentido existencial quedo derrotado y pisoteado, totalmente trastocado. Acerca de esa enajenación cultural que convierte a la persona en enemiga de su propio cuerpo y vida, alienación que la iglesia promueve y exalta desde la infancia del humano, Reich dice que
No hay por qué preocuparse acerca de cuáles serán las formas que la Vida en su marcha elegirá para su existencia. Puede elegir cualquiera; en cuanto sea liberada del crónico Asesinato de Cristo, elegirá lo que es bueno para ella, y aprenderá por su propia experiencia lo que tiene que abandonar. La Vida es productiva, la Vida es flexible, la Vida es decente. Por consiguiente, no hay por qué preocuparse de lo que la Vida elegirá hacer. La única preocupación es cómo liberarla para la acción contra el asesinato de Cristo, contra aquellos que han perdido la percepción de la Vida en sus cuerpos.
Ningún trueno ni ningún terremoto acompañarán al despertar de la Vida en nuestros niños. Será un lento proceso de crecimiento, franco y limpio si es que la plaga ha de ser eliminada, difícil y tortuoso si la plaga escapa a la total extinción.
Es absolutamente evidente que en ningún caso la Vida deberá o podrá elegir una forma de existencia que sea anti-Vida, contra los niños, contra el deleite de vivir feliz, contra la realización y el pleno florecimiento de la iniciativa innata de cada portador de la chispa de la Vida. El primer paso hacia la libertad y la paz sobre la tierra será dejar a la corriente de la Vida libre y sin los impedimentos de las distorsiones que la hacen perversa y asesina. Este pedacito de comprensión en si mismo hará que la libertad se encienda en acción. La preocupación por el bienestar del bebé recién nacido que trae, del ciclo a la tierra, a Cristo dentro suyo, es demasiado general y nada hay que pueda superarla; demostrará tener un poder de tremendas dimensiones, dejando atrás todo aquello que los perversos han tratado de inventar para matar a la Vida.
Crecerá un nuevo tipo de hombre y transmitirá sus nuevas cualidades, que serán las cualidades de la Vida sin restricciones, a sus hijos y a los hijos de sus hijos.
Nadie puede decir cómo será esta Vida. No importa cómo sea, será ella misma y no el reflejo de una madre enferma o de un pariente pestilente. Será ella misma, y tendrá el poder de desarrollar y corregir lo que impidiere su propio desenvolvimiento.
Nuestra tarea es proteger este proceso de la plaga dañina, salvaguardar su crecimiento, aprender a tiempo qué es lo que distingue a un niño que crece como la Vida manda, de un niño que crece como el interés de esta o aquella Cultura o Estado o Religión o Costumbre o extravagante idea de la vida. A menos que esto se cumpla, no habrá esperanza alguna de dar fin a la matanza masiva. [39]
En este proceso utilitario y deformador ejercido por las instituciones fascistas, el aparato teológico aparece como una de las vías condicionadoras que aún posee influencia y efectividad, amén de seguir funcionando a nivel empresarial. Reich define la función de la mística de distraer de las penurias de lo cotidiano, de “liberarnos del mundo”, es decir, de impedir una rebelión contra las verdaderas causas de la miseria. [40] Y amén de eso… los oprimidos dan a la iglesia, sin la menor duda, los medios financieros para continuar siendo esclavos.· [41] Magnífico sistema: nosotros mismos pagamos y compramos nuestra correa y bozal; un rosario que nos distrae de las problemáticas vitales, y que desdibuja, invisibiliza a aquellos que crean y se benefician de las problemáticas.
El “ámbito laboral” [42] aparece como el fin, el objetivo, la consumación de los esfuerzos e inversiones ideológicos.
El propósito de los proyectos corporativocráticos es mantener a la persona en los procesos de producción y en relaciones de clase, pero sin conciencia de clase.
¿El fin de la persona? La producción y el consumo (que favorecerá específicamente a los dueños de los medios de producción) y que definirá al humano, que nacerá, vivirá y morirá por y para trabajar y comprar lo que le determinen.
Puesto que la teoría económica marxista explica el proceso económico pero no el aspecto subjetivo desde el cual la persona soportará el fetichismo y la explotación sin verse impelido por sus circunstancias económicas, por las contradicciones, por su hambre, a un acto de revolución o sabotaje, Reich incorpora una elucidación que explica la supeditación del humano a un patrón expoliador.
Para Reich, la familia es el inicial y primordial centro de adiestramiento donde la persona aprehende y practica los esquemas conductuales, los roles pasivo-activo, de obediencia-directividad, irreflexividad-liderazgo que denotará en su trato con los gerentes, jefes de línea, coordinadores, directores, licenciados, etc. Bajo esta perspectiva, el ámbito laboral es el eslabón final que comienza en el hogar; así
La posición del padre en el Estado y en la economía se refleja en su actitud patriarcal con respecto al resto de la familia. El padre representa en la familia al estado autoritario, con lo cual aquel se convierte en el instrumento más valioso del poder estatal.
La posición autoritaria del padre reproduce su papel político y revela la relación de la familia con el estado autoritario.
El padre ocupa en la familia la misma posición que su superior jerárquico frente a él en el proceso de producción. Y reproduce su situación de súbdito ante la autoridad en sus hijos, sobre todo en los varones.[43] De estas circunstancias proviene la actitud pasiva, servil, del pequeño burgués ante toda figura de líder.[44]
Entonces, el ámbito laboral se sostiene desde los esquemas que el padre en representación del poder implanta en sus hijos, que al ser criados en esa dinámica autoritaria, aceptarán el mismo trato al crecer e ingresar a trabajar.
Los “medios de comunicación, (televisión, radio, cine, internet, etc.) constituyen otro de los elementos importantes del aparato ideológico, ellos bombardean con tempranos, intensos, diversos e ininterrumpidos estímulos visuales, táctiles y auditivos, que establecen paulatina y progresivamente cierto tipo de procesos cognitivos específicos desde los cuales la persona condicionada por dichos estímulos, considera normal, natural y de hecho obligado, cierto tipo de situaciones sociales (tales como la actividad laboral explotadora e injustamente pagada), en las cuales es convertido en un objeto, en una herramienta cuyo único valor es la producción; es decir, el humano es convertido tan sólo en una pieza desechable del engranaje productivo. Los medios de comunicación son productores de arquetipos conductuales que promueven personas sin reflexión y satisfechas con su rol social. [45]
Tras su jornada laboral, el humano es impelido a utilizar las pocas monedas que adquiere con su trabajo, para adquirir fetiches, objetos inútiles y caros que los medios de comunicación le han hecho creer que le proporcionarán satisfacción y estatus [46]; esta tendencia de consumo superfluo se origina debido a la presión incesante de la televisión, cine, radio e internet, en suma, debido a la presión continua e ininterrumpida de los instrumentos del aparato ideológico.
A este proceso enajenante también se le denomina ideologización, enajenación, fetichismo, cosificación o reificación, entendiéndolo como un mecanismo coercitivo que utilizan los grupos de poder para aumentar y mantener su dominio, al homogenizar al integrante de su sociedad para que pueda ser utilizado. La persona y la comunidad son cosificadas, convertidas en piezas y presas desde el condicionamiento vía la influencia sensorial de la tecnología de la información usada de modo reaccionario.
En lo que respecta al “Estado”, para Reich es la fuente de la neurosis colectiva, la autoridad que dirige la orquesta irracionalizante, el poder interesado en el poder y en el uso de las masas para sus propios caprichos. Afirma que
El psicoanálisis nos revela los efectos y los mecanismos de la represión y la inhibición sexuales así como los detalles de sus consecuencias patológicas. La sociología basada en la economía sexual va más allá: ¿por qué motivo de orden social está reprimida la sexualidad en la sociedad e inhibida en el individuo? es la pregunta que se plantea. La Iglesia responde: en interés de la salvación eterna; la filosofía moral mística: a causa de la naturaleza moral eterna del hombre; la filosofía cultural freudiana dice: en interés de la “cultura”. Uno puede llegar a preguntarse con escepticismo en qué puede obstaculizar a la instalación de estaciones de gasolina o a la producción de aviones, la masturbación de los niños o las relaciones sexuales entre los adolescentes. Tenemos la impresión de que no es la actividad cultural la que está en peligro, sino la forma actual de esa actividad, cosa que estaríamos dispuestos a sacrificar gustosamente a ese precio, para poner fin a la inmensa angustia de los niños y de los adolescentes.
De este modo queda claro que el problema no es cultural, sino de orden social. Si examinamos la historia de la represión sexual descubriremos que su nacimiento no coincide con el de la cultura, que no es una condición de la formación de la cultura, sino que ha aparecido relativamente tarde, tras la instauración del patriarcado autoritario y el nacimiento de las clases. En ese momento se comienza a poner al servicio de la minoría los intereses sexuales de todos; el matrimonio y la familia autoritaria le han dado a esta situación una nueva forma de organización. La sensibilidad del hombre se modifica con la restricción y la represión sexuales y, de este modo, aparece la religión que niega la sexualidad y que, poco a poco, instala su propia organización de política sexual: la Iglesia, con todos sus precursores, dedicada especialmente a la extirpación del placer sexual y de la escasa felicidad sobre la tierra. No es preciso añadir que esta evolución no carece de significación social si se la estudia bajo el punto de vista de la explotación, entonces floreciente, de la fuerza humana de trabajo.
Para comprender bien esta relación es importante hacerse una idea muy clara de la institución central social donde convergen las situaciones económica y socioeconómica de la sociedad patriarcal y autoritaria. Sin tomar en consideración esta institución es imposible comprender la economía sexual y el proceso ideológico del patriarcado. El psicoanálisis de individuos de todos los países y de todas las capas sociales muestra que la conjunción de las estructuras socioeconómica y sexual de la sociedad así como su reproducción estructural se producen a lo largo de los cuatro o cinco primeros años de la vida por los cuidados de la familia autoritaria. A continuación, la Iglesia no hace otra cosa que perpetuar esta función.
Al Estado autoritario le interesa por tanto sobre todo perpetuar la familia autoritaria: ella es la fábrica en la que se elaboran su estructura y su ideología. [47]
Basándonos en lo anterior, el Estado dirigirá los esfuerzos teoréticos y manipuladores de las disciplinas cognitivas y de las herramientas metafísicas, en pos de configurar andamiajes antropológicos que encuadren, dirijan y reproduzcan personas aptas para el infantilismo que permitirá ejercer el autoritarismo por parte de aquel.
Debemos de recordar que a lo largo del tiempo ha ido sustituyéndose un yugo por otro: una lanza por un misil, una cadena por un chip. En su momento, los ancianos actuaron como autoridades, luego los místicos, la iglesia institucionalizada, el monarca, el gobernante —que es el tipo de régimen, el correspondiente poder que conoció Reich en su época—, hasta llegar a la corporación, nuestro dueño, el león que se encuentra en la cima de la pirámide y que dispone, organiza y controla a las hienas que en su momento tuvieron el liderazgo pero que ahora sólo apoyan a ese poder superior para seguir usando a las masas y obtener una fracción del botín.
A continuación analizamos dos de las categorías principales de la Psicología política, las cuales nos permitirán reflexionar en torno al concepto individuo y criticar su lógica filosófica: los planteamientos reichianos acerca de la familia y el matrimonio.
La institución conocida como “familia”, aparece en Reich como una categoría importante puesto que desempeña un papel principal —es el primordial órgano de ideologización—. La familia es, en efecto, el más conspicuo centro de adiestramiento laboral, es el lugar donde se coartan las capacidades reflexivas, críticas y creativas del humano. La familia —como la conocemos en su ámbito machista, intransigente e irracional—, inicia su misión con la siguiente dinámica intersubjetiva:
La lucha contra la sexualidad de los niños y adolescentes por parte de la sociedad autoritaria, y su tributaria, la lucha en el interior del propio yo, se desarrolla en el marco de la familia autoritaria, que hasta ahora ha probado ser la mejor institución para llevar a cabo con éxito dicha lucha. Las necesidades sexuales impulsan naturalmente a todo tipo de contacto con el mundo, a un contacto íntimo y multiforme. Si se las reprime, no les queda sino el marco familiar para manifestarse.
La inhibición sexual es la razón del aislamiento familiar del individuo, del mismo modo que constituye la base de la conciencia individualista de la personalidad. Hay que tener muy en cuenta que el comportamiento metafísico, individualista, y el apego sentimental a la familia, no son más que diversos aspectos del mismo proceso fundamental de rechazo de la sexualidad, mientras que un pensamiento realista y antimístico se acompaña siempre de una actitud laxa con respecto a la familia y, cuando menos, de indiferencia ante una ideología sexual ascética.
Lo que importa es que la inhibición sexual constituye la atadura con la familia autoritaria, y que la obstrucción del camino a la realidad sexual moldea la ligazón biológica originaria del niño con la madre y también la de la madre con sus hijos, transformándola en una fijación sexual indisoluble y en una incapacidad para contraer otros vínculos. [48]
El vínculo con la madre actúa en el núcleo de la unión familiar. En su núcleo subjetivo-emocionallas nociones de patria y de nación son las nociones de madre y de familia. La madre es la patria del niño en la burguesía, así como la familia es su “nación en miniatura”. [49]
Con base en esta perspectiva, al prohibírsele a la persona desde su infancia y juventud el descubrimiento de su propio cuerpo (prohibición o descalificación de la masturbación) y la satisfacción espontánea de la genitalidad, no tendrá más opción que dirigir su requerimiento sensorial, su necesidad relacional en las personas que se encuentran cercanos a él: su padre o madre. Fundándose así una dependencia o apego a ese lugar o personas en donde puede acceder a un poco de satisfacción corporal y afectiva; pero, dada la previa situación adoctrinada de los padres, el niño-joven se verá obligado a soportar y adoptar los mismos patrones ideológicos que previamente fueron inoculados en los padres y que ellos están perpetuando en él: si quiere atención, aceptación y cariño, tendrá que adaptarse a los estándares del grupo, por más irracionales, bizarros o hirientes que puedan ser.
Los humanos somos seres en los cuales se manifiesta el sentido gregario [50]: necesitamos para desarrollarnos el diálogo, la convivencia, escucha, acompañamiento, afecto y sexualidad que sólo puede darse con y desde el otro. Las corporaciones se valen de ese sentido gregario para insertar en la persona deseosa y necesitada de relación, elementos enfermizos que habrá inculcado en el grupo al que se acercará el Ser en su necesidad de desarrollo, enfermando al nuevo, que a su vez incidirá sobre otros. Una comunidad enferma crea seres enfermos. Y como es imposible para los humanos el desarrollo aislado, su manipulación vía lo grupal, está casi garantizado.
Podría pensarse que las dinámicas intersubjetivas sexistas, machistas, cosificadoras e ideologizantes ya no existen; pero basta con echar un vistazo dentro y fuera de nosotros para descubrir que tanto en las nuevas como en las viejas generaciones hay constantes en estructuras caracterológicas chauvinistas, autoritarias, dogmáticas e intransigentes.
El proceso alienante se inicia así, pero seguirá desarrollándose y refinándose de la siguiente manera: la categoría familia en Reich se encuentra vinculado con el concepto matrimonio, y a su vez, ambos se contraponen con el concepto-fenómeno de individualidad; por ello consideramos conveniente plasmar el siguiente apartado en pos de la sustentar nuestra argumentación:
El principal lugar de incubación de la atmósfera ideológica del conservatismo es la familia autoritaria.
Mientras que las teorías conservadoras hacen de la familia la base, la “célula” de la sociedad humana, el estudio de sus variaciones en el curso de la historia y de sus funciones sociales permanentes revela cuál es el resultado de constelaciones económicas determinadas. Nosotros no consideramos, pues, a la familia como piedra angular y la base de la sociedad, sino como el producto de su estructura económica (familia matriarcal, zadrouga, patriarcado poligámico y monogámico, etc.). Cuando la sexología, la moral y el derecho conservadores persisten en ver en la familia la base del “Estado” y de la “sociedad”, tienen razón en el hecho de que la familia autoritaria forma efectivamente parte integrante y condición del Estado autoritario y de lasociedad autoritaria. Esta familia posee las significaciones sociales siguientes:
  1. Desde el punto de vista económico, fue en el nacimiento del capitalismo la unidad de producción económica, tal cual subsiste en el campesinado y el pequeño comercio.
  2. Desde el punto de vista social, su papel en la sociedad autoritaria es proteger a la mujer y a los hijos, desprovistos de derechos económicos y sexuales.
  3. Desde el punto de vista político, mientras que en la fase precapitalista de economía doméstica y en los balbuceos del capitalismo, la familia se enraizaba en la economía familiar (como aún existe en la pequeña explotación agrícola), el desarrollo de las fuerzas productivas y la colectivización del modo de producción se han acompañado de un cambio de función de la familia. Su enraizamiento económico ha perdido importancia en la medida en que la mujer ha sido incorporada al proceso de producción. Su función políticaha aparecido correlativamente y, sobre todo, es esa función cardinal que mantienen y defienden la ciencia y el derecho conservadores: se trata de su papel de fábrica de ideologías autoritarias y de estructuras mentales conservadoras.
Constituye el aparato de educación por el que todo individuo de nuestra sociedad debe pasar desde su primer vagido.
Forma al niño la ideología reaccionaria, no solamente gracias a la autoridad que se ha institucionalizado, sino por la virtud de su propia estructura; es la correa de transmisión entre la estructura económica de la sociedad conservadora y su superestructura ideológica: su atmósfera reaccionaria y su superestructura ideológica:
Su atmósfera reaccionaria impregna necesaria e inextricablemente a cada uno de sus miembros.
Por su propia forma y por influencia directa, transmite las ideas conservadoras y las actitudes extendidas a propósito del orden social en vigor; pero, además, por su forma sexual, su estructura particular sobre la que reposa su existencia y que ella mantiene, ella ejerce una acción conservadora directa sobre la sexualidad del niño. No es por azar por lo que la actitud favorable u hostil al orden social reinante corresponde en el adolescente a una actitud favorable u hostil a la familia. Tampoco es por azar por lo que la juventud conservadora y reaccionaria es, por regla general, muy apegada a la familia, teniendo la juventud revolucionaria en revancha una actitud de despego de hecho y de hostilidad de principio a su respecto.
Todo esto está ligado a la atmósfera y a la estructura antisexuales de la familia, así como a las relaciones de sus miembros en lo que tienen de más íntimo. Por tanto, si examinamos el papel educador de la familia, debemos estudiar separadamente dos órdenes de hechos:
La influencia de las ideologías concretas en la juventud por intermedio de la familia.
La influencia directa de la “estructura triangular” por sí misma.
1. La influencia de la ideología social
Cualesquiera que sean las diferencias entre las familias de las diferentes clases sociales, tienen en común la importante propiedad de estar sometidas a la misma atmósfera moralizadora desde el punto de vista sexual, influencia que no contraría la moral de clase, la que coexiste o pacta con este moralismo sexual.
El tipo predominante de familia, la familia de las capas inferiores de las clases medias, se extiende mucho más allá de esta misma clase; es decir, el tipo “pequeñoburgués” de familia vale no solamente para la pequeña burguesía, sino también para las clases superiores e incluso para la clase obrera.
La base de la familia de las clases medias es la relación de tipo patriarcal del padre con la mujer y los hijos. Es en cierto modo el intérprete y el símbolo de la autoridad del Estado en la familia. La contradicción entre su papel de subordinado en la producción y de amo en la familia le confiere el aspecto típico del ayudante-jefe: servil hacia los superiores, se impregna de la ideología dominante (lo que explica su tendencia a la imitación), y reina en amo sobre sus inferiores; transmite las concepciones políticas y sociales y contribuye a reforzarlas.
En lo que concierne a la ideología sexual, existe coincidencia entre la ideología conyugal de la familia pequeño-burguesa y la idea de familia en general, es decir, la unión monogámica definitiva.
Por miserables y desesperadas, por dolorosas e insoportables que sean la situación conyugal y la constelación familiar, los miembros de la familia están condenados a justificarla, tanto hacia el interior como el exterior de la familia. La necesidad social de esta actitud conduce a enmascarar la miseria y a idealizar la familia y el matrimonio; engendra igualmente la difusión del sentimentalismo familiar, con sus clichés de “felicidad familiar”, de “hogar protector”, de “puerto de la paz y la felicidad” que la familia está llamada a representar para los hijos.

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